Blog de Crecimiento

Un Tranvía llamado Navidad

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Reflexiones de una fiesta compartida

“Las luces parpadean en las calles con la pomposidad de una canción navideña, mientras se traza el camino de una historia compartida y, a su vez, diversa.

Las Navidades, tan esperadas como las primeras lluvias de mayo, llegan como un tranvía cargado de ensueños y esperanzas que recorre cada rincón de nuestra Latinoamérica.”

De norte a sur, de este a oeste, cada país, con su personalidad, sus costumbres y sus tradiciones tan propias, se engalanan para celebrar el advenimiento del niño Jesús, el caldillo del año viejo, el reencuentro familiar junto al fogón, los aguinaldos cantarines que renuevan la alegría de los barrios, el vaso de ponche que todo lo endulza, los tamales cuyos vapores se elevan como rezos al cielo.

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En mi terruño, Dominicana, la alegría se derrama cómo un aguacero repentino. Sublime, burbujeante, se dibuja en las caras de niños y adultos que comparten en la Nochebuena. La morisqueta, el lechón asado, los pasteles en hoja, son el ritual gastronómico que anticipa la ternura del abrazo y la risa compartida.

En Santiago, mi ciudad en República Dominicana, el mes de diciembre es un tren desbordante de alegrías. Niños y adultos comparten la emoción de las luces coloreando calles y casas, del lechón asado que envía al aire sus aromas y las risas convertidas en canciones. Hay una magia que nos sumerge, que nos atrapa, que, de manera inexplicable, nos hermana.

Bajo el manto de un diciembre que invitaba a la unión, países como Colombia y Venezuela, siempre tan lejanos pero a la vez tan próximos, se funden en el ímpetu y la colorida festividad de la Navidad. En Colombia, las faroles y las velitas de la Noche de las Velitas iluminan la esperanza, mientras que en Venezuela, los aguinaldos suenan al compás de las danzas y gaitas tradicionales, con el pan de jamón y la hallaca como sabores emblemáticos de su festividad.

“Puerto Rico: Un Faro de Tradición en el Mar de la Navidad”

“Cada navidad, cada día de la vida puede ser el comienzo de algo grande, una chispa que enciende el árbol de la esperanza”, así habría alguien que no debo mencionar, pero dejemos el halago al margen y adentrémonos en las aguas cálidas de Puerto Rico. 

Puerto Rico, isla del encanto, despierta con el aroma del café con leche y los villancicos que poco a poco se apoderan de la radio y de la memoria colectiva. Hasta los coquíes parecen canturrear alguna melodía navideña, engalanando la noche con un toque de misterio y magia. 

Los asaltos navideños, con sus canciones y sus personajes, revuelven calles y plazas buscando más risas para añadir a su acopio de alegría. No falta el lechón asado que da vida a la ‘Pavochón’, ni los pasteles puertorriqueños que, enredados en su figurín de plátano, ocultan las sonrisas que luego se desbordan.

Y es que la Navidad en Puerto Rico es un rito de encuentro y amor, un perderse y encontrarse en cada momento, en cada risa, en cada abrazo, en cada canción. 

“Cada navidad, cada día de la vida puede ser el comienzo de algo grande, una chispa que enciende el árbol de la esperanza.” Y Puerto Rico, con su calidez y su música, es un faro que ilumina ese camino de esperanza, ese camino de tradición que une lo viejo con lo nuevo, que une a todos los puertorriqueños, estén donde estén.

México, por su parte, siempre rico en mística y color, se viste con las posadas, rememorando el peregrinaje de María y José. No falta el ponche con piquete, los tamales y los romeritos. En Perú, los turrones de Doña Pepa y el famoso pavo engordan la mesa mientras las familias, envueltas en la tradición de la Misa de Gallo, aguardan la llegada del niño Manuelito.

Argentina a veces celebra con un calor veraniego, las mesas rebosantes de vitel toné y panettone. Mientras, en Bolivia, el picante de pollo y el pan de Navidad son los infaltables junto al infaltable buen vino. 

Y podríamos seguir uniendo los sabores, los olores, los sonidos de todos estos países hermanos, cada uno tan único y tan particular. Pero todos, todos, son como estrellas lejanas que chaque año, cada Navidad, deciden brillar juntas, escribir juntas la historia de este tranvía que nos lleva a encontrarnos con lo mejor de nosotros mismos, lo mejor de nuestra humanidad.

Bajo ese cielo estrellado que inclina sobre nosotros su iridiscente dosel, se encuentra el continente que ha sido cincelado con la suavidad de todas las lenguas, bañado con la diversidad cultural que danza al ritmo de mil historias y leyendas, Latinoamérica.

Hoy, en la víspera del día de la Nochebuena, es un placer para COACHING EVOLUTION USA, levantar la copa de la alegría, del anhelo y de la prosperidad en honor a todos los países latinoamericanos. Porque en cada rincón, en cada ciudad, en cada pueblo de este vasto territorio, se celebran las festividades con una fervorosa intensidad, que derrama amor y alegría.

Ellos, los artesanos del sentir humano, nos han demostrado que nuestras habilidades, tanto como nuestros deseos, pueden ser pulidos como piedras preciosas. Que la transformación y el crecimiento son el mayor y el más maravilloso de los viajes, el que todos podemos emprender para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos

Porque cada vida es un lienzo donde podemos pintar sueños, y hacerlos realidad es la meta. Esta noche, los invito a recordar que el mayor presente es el aquí y ahora, que cada sonrisa es un regalo y cada abrazo es un milagro.

En esta fiesta que celebra la unión y el amor, permitámonos recordar que el verdadero espíritu de la Navidad reside en nuestros corazones y se manifiesta a través de nuestras acciones. En honor a Latinoamérica, y a todas las historias que se tejen bajo su cielo, COACHING EVOLUTION USA los invita a continuar escribiendo estas páginas de humanidad, de sueños y aspiraciones, de retos y éxitos. 

Desde la profundidad de nuestro aprecio, de nuestro respeto, les deseamos una Nochebuena llena de amor, paz, y sobre todo, de fulgurantes esperanzas que iluminen el camino hacia un futuro donde todo es posible. Al regocijo del presente, y al desafío que promete el futuro, levantamos nuestra copa. Felices fiestas, Latinoamérica

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