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“Un Juego de Espejos: El Coaching Ontológico y la Reinvención del Observador”

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“El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”, decía Marcel Proust.

Esta cita refleja la esencia del coaching ontológico: una metodología que promueve una nueva forma de observar y entender la realidad, desafiando las fronteras de nuestras percepciones y posibilidades.

I. La Aventura de Observar: Un Viaje Hacia el Autoconocimiento

Como afirma la Escuela de Coaching Evolution USA, trabajar con el cambio de observador es una forma poderosa de lograr una comprensión más profunda de nosotros mismos y de nuestro entorno. Esta metodología, que recuerda el estilo del célebre novelista Mario Vargas Llosa, aboga por una especie de meta-observación, un estudio del proceso mismo de observación.

Bajo esta luz, nuestros pensamientos se convierten en reflejos del observador que somos en cada momento. El observador, a su vez, está influenciado por las gafas que elegimos poner: las actitudes con las que elegimos enfrentar cada situación. Las preocupaciones pueden nublar nuestras gafas, mientras que la confianza puede despejarlas. El cambio en nuestra manera de observar puede influir directamente en la calidad de nuestra conciencia, y por ende, en la información que obtenemos.

Al elegir conscientemente nuestra actitud y manejar nuestro observador de manera efectiva, podemos aprovechar esta habilidad para generar nuevas perspectivas y expandir nuestras posibilidades. Alineando nuestro observador con diferentes actitudes, podemos observar la misma situación desde distintos ángulos, generando información diversa y valiosa para nuestro crecimiento personal.

II. Construir la Realidad: Un Acto de Creación Consciente

La realidad, lejos de ser un monolito inamovible, es moldeable y puede ser redefinida a través de nuestra observación consciente. Tal como en las historias de Vargas Llosa, donde la realidad se entreteje con la imaginación, podemos crear nuestra propia realidad de dos formas distintas.

El primer método implica permitir que el presente surja por sí mismo, vivir la experiencia sin pretender controlarla, observar y reconocer lo nuevo en lo que vivimos. Esta forma de construir la realidad puede parecer un poco caótica, pero también permite un espacio para lo inesperado, lo improvisado, abriendo la puerta a nuevas formas de observar y comprender nuestro entorno.

Por otro lado, el segundo método se centra en la construcción consciente de la realidad. Implica definir lo que queremos vivir, visualizar los detalles, programar los pasos y emprender el camino hacia nuestro objetivo. Este método nos empodera para crear la realidad que deseamos, dándonos las herramientas para definir y alcanzar nuestros propios logros.

Es importante destacar que ninguna de estas formas de construir la realidad es absoluta o exclusiva. La flexibilidad y la habilidad para alternar entre ambas puede ser valiosa para afrontar diferentes situaciones y desafíos.

El coaching ontológico, en este sentido, se convierte en un juego de espejos, en el que el observador y lo observado interactúan en un diálogodinámico y fluido, configurando y reconfigurando la realidad en una danza de cambio constante.

III. El Poder de Elegir: La Llave para el Cambio Auténtico

El coaching ontológico nos enseña que cada situación que observamos está condicionada por una intención previa al observar. Cada actitud elegida modifica nuestro lente, y con ello, la realidad que percibimos y experimentamos. Si elegimos observar desde una sola perspectiva, nos limitamos a una única interpretación de los eventos. Sin embargo, si adoptamos demasiadas perspectivas, podemos caer en la confusión y perder de vista nuestro objetivo.

El equilibrio reside en la habilidad para elegir conscientemente nuestra actitud y adaptarla según el contexto y nuestras necesidades. A través de este proceso, podemos liberarnos de las cadenas de nuestras percepciones habituales y acceder a una consciencia más amplia y profunda. Tal como lo propone la Escuela de Coaching Evolution USA, dejar de observar únicamente desde la mente nos permite entrar en un mundo de consciencia más allá de nuestras limitaciones cognitivas.

La verdadera maestría radica en aprender a navegar entre las diferentes formas de construir la realidad, sabiendo cuándo permitir que el presente surja por sí mismo y cuándo tomar las riendas para crear conscientemente la realidad que deseamos. Al alinearnos con nuestra esencia y visualizar las cualidades que queremos vivir, estamos sumando para que surjan en nuestra realidad.

IV. El Arte de la Reinvención: Observar, Construir, Transformar

En conclusión, el coaching ontológico es un viaje de autodescubrimiento y reinvención. Es un camino que nos lleva más allá de las apariencias, desafiando nuestras percepciones y supuestos, y nos invita a explorar nuevas formas de entender y experimentar la realidad.

A través del manejo consciente de nuestro observador y de la construcción activa de nuestra realidad, podemos transformar nuestras vidas de maneras insospechadas. El proceso se convierte en un arte: el arte de observar, construir y transformar, de reinterpretar continuamente nuestra realidad en un esfuerzo constante de auto-mejora y crecimiento.

En palabras de Vargas Llosa, “La vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. De manera similar, a través del coaching ontológico, nuestra vida se convierte no solo en lo que vivimos, sino en cómo elegimos observarla, cómo la construimos y cómo nos reinventamos a través de ella. En este juego de espejos, somos al mismo tiempo el observador, el creador y la obra, tejedores de nuestra propia narrativa de cambio y transformación.

La Danza de Actitudes: Camino hacia el Aprendizaje

I. La Cadena del Cambio: Actitud – Acción – Resultado

El baile de las actitudes comienza con la actitud misma, ese punto inicial que determina el camino de nuestras acciones y los resultados que ellas generan. Aquí es donde se esboza el primer trazo en la danza de las actitudes, donde elegimos conscientemente la actitud que queremos adoptar.

El siguiente paso en la cadena es la acción, el movimiento de la danza. Es la manifestación externa de nuestra actitud, la forma en que interactuamos con el mundo a nuestro alrededor. Esta acción puede ser tan sutil como una palabra elegida cuidadosamente, o tan significativa como un cambio radical en nuestro comportamiento.

Finalmente, el último eslabón de la cadena es el resultado. Es la resonancia de nuestra acción en el mundo, el efecto que nuestras acciones tienen en nosotros y en nuestro entorno. Es aquí donde el impacto de nuestras actitudes y acciones se hace visible y palpable.

II. Reflejando la Danza en el Espejo del Aprendizaje

El aprendizaje se produce cuando observamos y reflexionamos sobre esta cadena de actitud, acción y resultado. Nos permite ver cómo nuestras actitudes influyen en nuestras acciones, y cómo estas, a su vez, generan resultados particulares. Al comprender este proceso, aprendemos a ajustar nuestras actitudes y acciones para obtener los resultados deseados.

El aprendizaje también nos ofrece un espejo para reflexionar sobre nosotros mismos. Nos permite ver nuestras actitudes y acciones con mayor claridad y comprender mejor nuestras motivaciones y deseos subyacentes. A través de este espejo del aprendizaje, obtenemos una visión más profunda de quienes somos y de lo que podemos llegar a ser.

III. La Coreografía de la Transformación: Ajustando la Actitud

A medida que observamos y aprendemos de la danza de las actitudes, comenzamos a ajustar nuestra coreografía. Podemos elegir conscientemente adoptar actitudes que generen acciones y resultados más beneficiosos.

Por ejemplo, si descubrimos que una actitud de miedo nos lleva a evitar desafíos y limitar nuestro crecimiento, podemos elegir adoptar una actitud de valentía que nos anime a enfrentar los desafíos y expandir nuestras capacidades. Al hacerlo, no solo cambiamos nuestra danza, sino que también cambiamos a nosotros mismos.

IV. El Gran Final: Crecimiento y Autodescubrimiento

En última instancia, la danza de las actitudes es un viaje de crecimiento y autodescubrimiento. A través de ella, aprendemos sobre nosotros mismos, nuestras capacidades y nuestro potencial. Aprendemos a mover y a ser movidos, a actuar y a ser actores de nuestra propia vida.

Y mientras continuamos danzando, continuamos aprendiendo. Cada nuevo paso, cada nuevo giro, nos trae nuevos insights y nuevos descubrimientos. En este sentido, la danza de las actitudes no tiene un final. Es un proceso en constante evolución, una danza que nunca deja de enseñarnos y de ayudarnos a crecer.

Por lo tanto, en cada momento, en cada situación, tenemos la oportunidad de elegir nuestra actitud, de ajustar nuestra danza y de aprender de los resultados. Cada elección que hacemos, cada paso que damos en este baile, es una oportunidad para aprender y crecer, para descubrir nuevos aspectos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

V. Pasos de Actitud, Pasos de Crecimiento

En la danza de las actitudes, cada paso de actitud es un paso de crecimiento. Al elegir la valentía en lugar del miedo, la empatía en lugar de la indiferencia, la perseverancia en lugar de la renuncia, nos volvemos más resilientes, más comprensivos, más capaces.

Al cambiar nuestra actitud hacia los desafíos, los transformamos en oportunidades para aprender y crecer. Al cambiar nuestra actitud hacia la crítica, la convertimos en una herramienta para mejorar. Al cambiar nuestra actitud hacia nosotros mismos, nos permitimos convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.

VI. Invitación a la Danza

Así que te invito a unirte a esta danza. Elige tu actitud con cuidado. Observa cómo influye en tus acciones y en los resultados que obtienes. Aprende de esta dinámica, ajusta tu danza y descubre nuevas posibilidades.

Y recuerda: no importa cuántas veces te caigas en este baile. Lo que importa es cuántas veces te levantes y sigas adelante. Porque en cada caída, hay una lección. En cada recuperación, hay crecimiento. Y en cada paso adelante, hay una oportunidad para descubrir nuevas formas de ver el mundo, nuevas formas de bailar con la vida.

VII. Conclusión

La danza de las actitudes es un camino constante de aprendizaje y crecimiento. No es siempre fácil, pero es siempre enriquecedor. Nos reta a enfrentar nuestras limitaciones y superar nuestros miedos. Nos invita a explorar nuevas perspectivas y a descubrir nuevas posibilidades.

En la danza de las actitudes, encontramos nuestra propia música, nuestros propios ritmos, nuestros propios movimientos. Y a través de este baile, descubrimos que somos, en última instancia, los coreógrafos de nuestra propia vida.

Este es el arte y la ciencia del crecimiento personal, una danza que todos podemos aprender, un baile que nunca termina. Y en cada paso de esta danza, hay una nueva oportunidad para aprender, para crecer, para descubrir. Así que, ¿estás listo para bailar?

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