Observador y lenguaje: El coaching ontológico sostiene que cada individuo es un “observador” único de la realidad, y que el lenguaje tiene un poder creativo y transformador en nuestras vidas. Para enfrentar situaciones difíciles, es fundamental aprender a observar nuestros pensamientos, emociones y comportamientos, y utilizar el lenguaje de manera constructiva.
Quiebres y oportunidades: El coaching ontológico identifica los “quiebres” como situaciones difíciles o desafíos que nos sacan de nuestra zona de confort. Aceptar estos quiebres y verlos como oportunidades para crecer nos permitirá desarrollar mayor resiliencia y adaptabilidad.
Compromiso y acción: Para ser dueño de nuestra vida y mantener nuestra estabilidad emocional, es esencial comprometernos con nuestras metas y tomar acción consciente. El coaching ontológico nos ayuda a establecer objetivos claros, a diseñar acciones efectivas y a responsabilizarnos por los resultados.
Dominios del aprendizaje: El coaching ontológico reconoce tres dominios de aprendizaje: el “saber” (conocimientos teóricos), el “saber-hacer” (habilidades prácticas) y el “saber-ser” (actitudes y valores). Para mantener una actitud fuerte y resiliente, es importante cultivar un equilibrio entre estos tres dominios.
Conversaciones y relaciones: Desde la mirada del coaching ontológico, nuestras relaciones y las conversaciones que mantenemos con los demás tienen un impacto profundo en nuestro bienestar emocional. Establecer límites sanos, mantener conversaciones abiertas y auténticas, y rodearnos de personas que nos apoyen y alienten, son aspectos clave para enfrentar situaciones difíciles.
En conclusión, el coaching ontológico ofrece una perspectiva valiosa para abordar la estabilidad emocional y la resiliencia frente a situaciones difíciles. A través del autoconocimiento, la toma de acción consciente, la gestión de las emociones y la construcción de relaciones saludables, podemos enfrentar los desafíos de la vida con mayor efectividad y fortaleza interna
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