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Entre el Absurdo y el Propósito

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“El hombre es el único que sabe que va a morir, y sin embargo, lleva su vida como si fuese inmortal.” – Diógenes

Una Danza de Significados

miento y ampliar tu horizonte sobre lo que significa ser humano

La vida, con su incesante fluir de momentos y emociones, nos confronta con dos miradas que parecen contrapuestas: la percepción del absurdo, donde todo carece de un significado inherente, y la búsqueda incesante de un propósito que dé sentido a nuestra existencia.

Dos pensadores, dos visiones del mundo, pero ¿cuál nos ofrece un camino más auténtico hacia la comprensión de nuestra humanidad?

El primer pensador, Alberto Camus, nos habla de un mundo absurdo, donde el sol brilla con la misma indiferencia sobre los funerales que sobre las bodas.

En este universo, la muerte es la única certeza, y cualquier intento de encontrar un propósito es, en última instancia, inútil. La vida no es más que una serie de eventos sin sentido, y el hombre, en su rebelión contra este absurdo, encuentra una especie de libertad.

Para la filosofia de Camus vivir auténticamente significa enfrentar la vida sin ilusiones, sin esperar recompensas o castigos, simplemente aceptando la existencia tal como es.

Por otro lado, esta Viktor Frank, que emergiendo de las sombras del Holocausto, nos propone una visión de la vida centrada en la búsqueda de significado.Para él, incluso en las circunstancias más desoladoras y trágicas, el ser humano tiene la capacidad de encontrar un propósito.

El sufrimiento, en lugar de ser un recordatorio cruel del absurdo, puede convertirse en una oportunidad para descubrir un significado más profundo en la vida.

En esta perspectiva, cada elección, cada acción, es una posibilidad para reafirmar nuestro compromiso con la vida y con nuestro propio sentido de propósito.

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Estas dos visiones, aparentemente opuestas, nos ofrecen en realidad dos caras de la misma moneda. Ambas nos invitan a confrontar la realidad de la muerte y la incertidumbre de la vida. Pero mientras una sugiere aceptar la vida en toda su absurda indiferencia, la otra nos insta a buscar activamente un propósito, a crear significado incluso en el vacío.

Quizás la respuesta no se encuentre en abrazar una perspectiva sobre la otra, sino en bailar entre ellas, en permitirnos explorar la tensión entre el absurdo y el propósito. Después de todo, la vida es compleja, multifacética y, a menudo, paradójica. Y en esa danza de significados, en ese vaivén entre el absurdo y el propósito, es donde quizás encontremos la verdadera esencia de lo que significa ser humano.

Continuando con la reflexión sobre la dualidad y la complejidad de la existencia, emerge otra dicotomía, a menudo pasada por alto, pero profundamente arraigada en el lenguaje y la percepción cultural: la diferencia entre ser “humano” y ser “gente”.

El término “humano” nos conecta con nuestra biología, con la esencia de nuestra especie. Alude a nuestros rasgos anatómicos, a nuestra capacidad para razonar, amar, sufrir y soñar.

Ser humano es reconocer nuestra vulnerabilidad, nuestra mortalidad y, al mismo tiempo, nuestra capacidad para trascender, para crear, para cambiar el mundo y a nosotros mismos.

Es una palabra que nos sumerge en la universalidad, en lo que compartimos con todos los otros seres de nuestra especie, independientemente de las barreras culturales, sociales o geográficas.

Por otro lado, cuando hablamos de “gente”, nos referimos a algo más concreto y, al mismo tiempo, más abstracto.Es ser parte de una comunidad, es adoptar y adaptarse a las normas, valores y tradiciones de un grupo.

Ser gente es pertenecer, pero también, en cierto sentido, es limitarse. Ser gente es ser reconocido y reconocer, es jugar un papel en el teatro de la sociedad. Es una palabra que nos conecta con lo particular, con la diversidad de culturas, tradiciones y formas de ver el mundo.

Entonces, ¿dónde nos encontramos en este espectro? ¿Somos simplemente humanos, llevados por impulsos y deseos universales, o somos gente, moldeados por las expectativas y convenciones de nuestra sociedad?

Tal vez, una vez más, la respuesta no sea tan binaria. Tal vez ser humano es el lienzo en blanco, la posibilidad, mientras que ser gente es el color, la textura, el detalle que le da vida a ese lienzo.

Al reflexionar sobre estas dualidades – entre el absurdo y el propósito, entre ser humano y ser gente – nos damos cuenta de que la vida es una danza constante entre opuestos, un juego de tensiones y equilibrios. Y en ese baile, en esa búsqueda de significado y pertenencia, encontramos la belleza y el misterio de la existencia.

Resumen Final

Mensaje clave del artículo:

La existencia humana está plagada de dualidades y tensiones que nos desafían a encontrar equilibrio y significado. Navegar entre ser “humano” y ser “gente”, así como entre el absurdo y el propósito, es una danza constante que define nuestra experiencia en este mundo.

Aceptar y explorar estas tensiones puede enriquecer nuestra comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

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Responses to “Entre el Absurdo y el Propósito”
  1. Lewdin Puello Avatar

    ENTRE LA DANZA DE VIVIR BUSCANDO PROPÒSITO Y NO BUSCARLO, PORQUE PARECE ABSURVO SI TOTAL LA MUERTE ES LO UNICO CERTERO, PREFIERO MORIR EN LA BUSQUEDA DE CÒMO LO QUE ENTIENDO MI PROPÒSITO AYUDA A LOS DEMÀS A CREAR UN IMPULSO EN SU VIDA. POR ESO ME QUEDO CON VIKTOR FRANK.

    ENTRE LA DANZA DEL SER HUMANO Y SER GENTE, ESTÀ EL BAILE DE LA VIDA. PERTENECER ES TAMBIÈN SER, A MI JUICIO. AUNQUE DESDE LA PESPECTIVA DE PERTECER SIENDO ESE ENTE DE LUZ QUE ALUMBRA CON SU ADHESION, SIN DEJAR SU AUTENTICIDAD. PORQUE SI DEJAMOS NUESTRA AUTENTICIDAD A UN LADO, SOLO POR PERTENCER, VENIMOS SIENDO UN PRODUCTO DE RELLENO AGREGADO.

  2. Anibelka Espaillat Avatar

    Excelente argumento, debemos cada día optar por encontrar nuestro propósito de vida que el creador ha disegnado para cada quien de forma individual y personal porque para Dios todos somos únicos y especiales!
    Bendiciones..


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